Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

viernes, 23 de noviembre de 2012

LA EXPERIENCIA DEL VINO/ The experience of wine.

Autores de texto y fotos: Alfonso J. Aparicio, Francesco Di Ludovico & Boris Aparicio.
Con la colaboración especial del Ing. Ugo Pazzi en la parte del estudio italiano.


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                                                                                                                                A nuestros abuelos.
1. Unas palabras previas.
Este artículo constituye un pequeño avance de un estudio específico y amplio sobre el tema.
Empezamos considerando el vino como un soporte físico con una información asociada. A partir de este esquema planteamos el trabajo como un acercamiento comprensivo a las experiencias de su consumo en el Cerrato palentino, zona de gran tradición vinícola con una cultura (material y no material) rica, apreciable en un número importante de manifestaciones en distintos momentos del año.
Nuestro objetivo: recoger y mostrar informaciones de experiencia de quienes fabrican la cultura relacionándolas y contrastándolas con las nuestras propias y con las de otros (mismo espacio/diferentes espacios, mismo tiempo/diferentes tiempos). Esas narraciones, procedentes de las experiencias, contienen o pueden contener simbolismos considerados por nosotros "exquisitos" que procuraremos destacar.

"Momento del almuerzo durante la vendimia en Torquemada (Cerrato)"

2. Referencias de experiencia y otras.
En épocas pasadas, en casi todos los pueblos del Cerrato había majuelos. Unas gentes elaboraban vino. Otras lo compraban, pero se bebía como un alimento más. Un alimento especial: bebida que acompañaba a la comida y que además subía el ánimo, ayudaba a la socialización, hacía cantar, acompañaba momentos lúdicos colectivos y curaba, decimos bien, curaba más de un problema. Algunos lo veían como bebida capaz de encender-avivar una "chispa" especial en la persona.
Tomás (94 años) cuenta que el vino ayudaba a pasárselo bien en la bodega, en tiempos en los que no había tantas diversiones como en la actualidad. Para nuestro amigo la bodega era el lugar donde frecuentemente se reunían los amigos, comían, hablaban y bebían vino. En muchas ocasiones además de ayudar a quitar las penas en unos tiempos durísimos y ayudar a merendar, el vino hacía reír, cantar, contar chistes y salirse de la angustiante línea recta de la vida cotidiana. Subraya Tomás lo triste que fue la guerra (civil española). Tiene muy vivos esos recuerdos. Cuenta un gran número de anécdotas, todas ellas crudas y terribles del enfrentamiento de españoles con españoles. Distingue entre los legales, República; y los sublevados, ilegales, ejército de Franco. Pero señala que en la realidad de los pueblos se hicieron cosas malas por las dos partes, por rencillas, envidias, etc. A su edad Tomás camina como un conejo por los senderos de los valles y páramos de su Villaconancio natal. Es un buen hombre, un hombre del pueblo, una enciclopedia de la experiencia, repleto de sabiduría, sencillo, simpático y buen conversador. Pequeño y de pocas carnes cultiva su huertito y todavía disfruta del vino en las comidas, recordando con alegría los tiempos en que las tierras del pueblo estaban sembradas de viñedos y de árboles frutales aquí y allá. Recuerda la vendimia y el mosto primero así como los procesos de pisado y prensado en los lagares.
Una gran parte de esa cultura se ha perdido en la sociedad rural actual. Es una suerte contar con libros vivos como Tomás a quien agradecemos darnos la posibilidad de trasladar sus experiencias a jóvenes y mayores, no sólo del Cerrato y de la Península Ibérica sino de todo el mundo.

"Germán disfrutando del porrón en las bodegas populares de Torquemada"

Mi abuelo Santos murió de 96 años. Originario de Antigüedad, tenía viña y bodega. Todavía recuerdo cuando pisábamos la uva y bebíamos aquel rico mosto. Mi abuelo bebió vino hasta el final de sus días, disfrutándolo. Mi padre bebía vino, mi madre también. Cuando éramos pequeños, bebíamos vino de manera moderada en las comidas. Nunca nos hizo daño. Lo mezclábamos con agua o con gaseosa. Nunca nos creó problemas; jamás nos causó alteraciones. Lo bebíamos en familia mientras se comentaban las cosas del día en las comidas. ¡Qué entrañables recuerdos! Desde mi formación y perspectiva actual considero que no sólo no nos dañó sino que nos favoreció en la salud física con las aportaciones maravillosas de los polifenoles, amén de vitaminas, minerales y otros componentes altamente valorables para el bienestar general de la persona y para determinados procesos de la química corporal. En la actualidad constatamos una gran diferencia de actitud en la mayoría de las familias llamemos "modernas" y en algunos sectores de profesionales de la salud (oficial o natural).
De la vendimia de este año (2012) destacamos el placer del trabajo de campo, tan especial para el antropólogo; y, concretamente dentro de él, el conocimiento de personas nuevas, el contacto particular con los frutos maduros, con las cepas, con la tierra mojada y con el aire puro, fresco y húmedo del otoño cerrateño. La vendimia siempre es una experiencia gratificante y placentera. Lo decimos desde nuestra propia experiencia pero también porque así nos lo han referido aquéllos con quienes hemos hablado y compartido esos momentos a lo largo de diferentes años y en distintos sitios. Los líneos (calles) del majuelo se llenan de susurros y conversaciones variadas mientras se van cortando los racimos de tempranillo.

"Boris, uno de los realizadores de esta investigación disfrutando de la rica uva Tempranillo durante la Vendimia 2012 en Torquemada"

Hablamos con Fernando, no tan mayor como los anteriores, pero lleno de experiencias dentro del contexto y las tradiciones del vino y, en especial, las locales.
En los viñedos de Señorío de Valdesneros (Torquemada) coincidimos personas variadas, todas atraídas por la "magia" natural de la Madre Tierra, de la uva madura y del hecho específico de recoger los racimos. La vendimia es una experiencia muy sensorial. Participa la vista del paisaje colorista que envuelve al viñedo; se escucha el sonido del viento y el de las conversaciones con, a veces, cánticos espontáneos de los vendimiadores; se huele el ambiente dulce otoñal; se saborean las uvas que tus propias manos recogen; se sienten las texturas de las materias con las que se trabaja, sus cambios de temperatura, la humedad del ambiente, el jugo pegajoso de las uvas y al poco rato el sol rojo del atardecer en tu cara; todo un festival para los sentidos. Para Fernando todo lo que rodea al viñedo, a la uva y al vino es algo especial. Lo vive como un acontecimiento maravilloso. Le preguntamos que por qué. Nos responde: "Porque es un mundo fascinante que vivo desde hace mucho tiempo". Fernando defiende la cultura y las tradiciones locales, al igual que todos aquéllos con quienes hemos hablado en Torquemada. Subraya: "Me gusta este mundillo, y en especial la vendimia porque estoy entre amigos, me divierto, alejo mis problemas y aprendo cosas. Me proporciona emociones muy sanas y satisfacciones. Hago amigos y convivo en torno a tradiciones ancestrales". En relación con el bienestar, se expresa Fernando: "Si estoy bien de salud, en parte se lo debo al vino. Nunca me he emborrachado. Bebo de forma moderada y el vino jamás me ha llevado más allá de los límites del equilibrio". En relación a las perdidas costumbres de beber vino por parte de muchos jóvenes, Fernando lo siente. "Los jóvenes beben cosas poco sanas y se han alejado de la bebida natural de su tierra". Parecido nos relatan en Pesquera de Duero.

"Fiestas de la vendimia en Le Marche (Italia)"

Germán, de Señorío de Valdesneros, D.O. Arlanza (Torquemada), así como Pedro y otros propietarios de la bodega nos comentan que la creación de la misma fue fruto más de su interés por conservar las viejas tradiciones alrededor del vino y la gastronomía que por intereses lucrativos. Primero crearon una asociación centrada en la cultura gastronómica y de ahí pasaron a la bodega. "Es lo mismo que antaño, pero con nuevos medios", señala Rubén, el enólogo, conocedor de los métodos tradicionales ya que él mismo posee un majuelo del que obtiene el vino por procedimientos ancestrales.
Jesús y sus hijos (Torquemada), siguiendo la tradición familiar, se sienten orgullosos de poder continuar enseñando a los miembros más pequeños de la familia los métodos, las maneras y las formas de atender el viñedo, así cómo de elaborar el vino, un rosado riquísimo que sacan con esfuerzo pero con gran ilusión. Su mayor placer, expresan, es poder disfrutar de algo que han hecho ellos mismos, sin artificios, natural y sano.
Basilio, de Herrera de Valdecañas, productor del vino denominado Basileo, denominación Arlanza, también hace referencia a los mayores. Recuerda con placer cuando de niño iba con ellos al viñedo. Como profesional de la salud (médico) resalta las cualidades que el vino, y en concreto sus antioxidantes, tienen para la salud. "El vino te da la palabra y te ayuda a entrar en conversación en una reunión. Te posibilita relacionarte con los demás". Eso, añadimos nosotros, tiene que ver con el equilibrio y la dimensión comunitaria de la persona: suelta, relaja, contribuye a su socialización, elimina tensiones y bloqueos, etc.
Otros tantos señalan que la clave de beber vino es la moderación: disfrutarlo y obtener de él beneficios (en todos los planos del ser) y placer.
Atanasio (Torquemada) elabora el vino a la antigua usanza en el lagar de su bodega subterránea. A sus más de 70 años todavía es un enamorado de su viñedo al que cuida y mima todo el año. Se preocupa por el proceso de fermentación y por que el vino salga lo mejor posible (color, limpieza, olor y sabor). Es un vino artesanal lleno de cariño, de referencias a la tierra como información asociada y de tradición familiar.
Para Amada, de la bodega de Remigio Salas, Dueñas (D.O. Cigales), los valores del vino son muchos: gastronómicos, culturales, de salud, etc. Expresa: “El vino bien elaborado es algo tan natural y ligado a la vida del ser humano que igual que cualquier otro producto extraído de la naturaleza aporta beneficios. Se bebe vino para estar bien o disfrutar en una celebración o reunión”. Resalta Amada la relación positiva del vino con la vejez. Dice que mucha gente de antes, bebedores habituales y moderados de vino, llegaban a la vejez e incluso a edades avanzadas con buena calidad de vida. Alude a la “paradoja francesa” y subraya que el vino, además de aportar placer, también colabora a la degradación de las grasas saturadas en el organismo. Ello hace, añadimos nosotros, que comer con vino tenga sus beneficios.
Italia es, tras España, el país del mundo con mayor extensión de viñedo. Las fuentes oficiales refieren, sin dejar dudas aparentes, que se trata de uno de los países vitícolas más antiguos del mundo y, sobre todo, del primer viñedo que hubo en Europa. Una cuestión sin embargo fue objeto de controversia durante largo tiempo: si nuestra viña europea, la especie Vitis vinifera debe considerarse como una planta autóctona o, por el contrario, fue importada a Italia con el flujo de las grandes migraciones venidas de Asia Menor o de África del Norte. Sin duda, esos dos orígenes son auténticos y fue gracias al cruce de los diversos viduños (cepas) como nacieron las innumerables variedades de uvas que, en su tiempo, hicieron exclamar a Virgilio en su Geórgicas: "¡Querer conocer las innumerables variedades de viñas sería como querer contar las olas del mar o los granos de arena del desierto de Libia!".
En Italia, donde la viña se cultiva en cada una de las veinte regiones administrativas, el sistema de denominación de los vinos varía de una región a otra. En ocasiones el nombre del vino toma el del viduño, como sucede con el Barbera, mientras en otras, toma el de su municipio de origen, como en el caso del Marsala.
La región italiana de Le Marche (Las Marcas, en idioma castellano) se sitúa en el centro de Italia, dispuesta desde los montes Apeninos de Umbría y el mar Adriático. La mayor parte de la región es montañosa o con colinas, siendo sus principales características la cadena de los Apeninos a lo largo del límite interno y un sistema extenso de colinas que van descendiendo poco a poco hacia el mar Adriático. Le Marche es una de las regiones con más colinas de Italia: abarca casi el 70% del territorio y se ve interrumpida por amplios barrancos con numerosos ríos cortos y por llanuras aluviales perpendiculares a la principal cadena. Las cadenas montañosas paralelas contienen hondas gargantas de río. El clima, en la zona del litoral es subcontinental al norte, con variaciones de temperatura según la estación (veranos cálidos, inviernos fríos, lluvias regulares de estación); al sur la subcontinentalidad se atenúa para dejar puesto a un clima sub-litoral que asume caracteres más distintivamente mediterráneos. En la zona de montaña los veranos son frescos y los inviernos rígidos con amplia posibilidad de nieve; el invierno resulta más severo en las zonas de colinas internas donde se pueden registrar bajas temperaturas. Actualmente la contribución de la agricultura a la economía de la región es menos significativa, aunque el valor bruto generado por este sector sigue estando ligeramente por encima de la media nacional. Las Marcas nunca han padecido una propiedad de la tierra excesivamente fragmentada. Los principales productos son los cereales, las hortalizas, los productos animales y las uvas. La explotación vitivinícola se centra en los Castelli de Iesi, patria del vino Verdicchio; también es conocido el vino Bianchello del Metauro.
A lo largo de nuestros “recorridos enológicos”, un amigo agrónomo y su servidor tuvimos la posibilidad de conocer productores de vino de la zona sureña de la región de Le Marche y la historia que los relaciona con la producción vinícola. Botellas sombrías y casas luminosas, un poco de polvo antiguo y mucha luz mañanera, sonrisas acogedoras y palabras serenas; viñedos trepándo sobre colinas amplias, acariciados por la brisa costera y rodeados a veces por el contraste cromático de rosales y retamas: mucho verde con distraídas manchas de púrpura leve y amarillo intenso; más allá el mar omnipresente. Junto al cielo, una pincelada más de azul fosco en el dibujo extravagante de la naturaleza de Le Marche.
Nos abre el portón María, diminuta mujer de cara jovial. Nos ofrece un café y pretende que se la tutee. “Elegiste un tipo muy especifico de uva para cultivar; ¿por qué?”. “Mi historia parte de lejos, nos contesta María, de cuando era estudiante de teatro. Para ponerse en los zapatos de un personaje al actuar y comprender el drama de su papel para poderlo interpretar de manera adecuada, a nosotros estudiantes nos pidieron que nos conociéramos antes de nada a nosotros mismos; es el método Stanislavskji”. “Quisiera saber más sobre esto; pues no sé nada y me hace ilusión conocer” le digo, invitándola a especificar esta técnica de empatía. “Esta técnica vale tanto en el ámbito de la actuación como en la vida común para determinar cómo una persona puede controlar el rendimiento en los aspectos más imperceptibles e incontrolables del comportamiento humano, tales como las emociones y la inspiración artística; en la actuación ayuda al actor a ser dueño de su propio arte”. “Así que, intuyo, tú lo quisiste aplicar al arte del vino”, le digo adelantando lo que deseaba saber. “Así es”, me contesta; “de hecho, conocerme a mí misma me sirvió para elegir un tipo de uva para cultivar con el fin de crear mi propio vino”. “¿Cómo?”, le pregunto. “El método Stanislavskji pretende que trabajes con los sentidos, es decir te hace descubrir la base sensorial del trabajo; aprendes de tal manera a memorizar y recordar sensaciones, y finalmente a trabajar desde pequeñas sensaciones. Una vez contestadas las preguntas “¿quién eres y qué sientes?”, puedes culminar el estado mental creativo.
Cuando conoces un vino (el lugar, las personas que lo rodean, etc.) te tomas con él todas esas referencias que te unen al lugar de donde procede, y es una experiencia especial, bien diferente de la que puedes tener saboreando una invitación de la que no tienes constatación experiencias ni emocional.

Bodega-depósito tradicional de Epifanio Rivera ("Erial"), Pesquera de Duero. Nuestro trabajo se centra en El Cerrato y Le Marche, pero nos interesa ver características de culturas y tradiciones del vino vecinas y lejanas con el fin de contrastar. Aquí podemos apreciar los toneles que guardaban el vino hasta que llegó la modernidad y los nuevos medios y materiales.

Si nos centramos en el contexto específico de salud y vino, D. O´Gorman ("Los sorprendentes efectos preventivos y terapéuticos del vino. A tu salud". Ediciones Sirio. Málaga. 2003) expone en su libro una serie de estudios realizados en diferentes países en los que se dice que tanto los abstemios como quienes sobrepasan los límites de la moderación corren más riesgos en diferentes terrenos de la salud. Beber vino de forma continuada y moderada disminuye los riesgos a los que el libro alude (cardiovasculares, sobre el colesterol, sobre la HTA, sobre distintos tumores, sobre determinadas funciones cerebrales, etc.).
¿Y qué cantidad de vino es la recomendada?
La Regla de San Benito establece la medida de una Hemina (0,276 l) como cantidad de vino a beber por monje y por día: Por consideración a la flaqueza de los débiles, pensamos que es suficiente una hemina de vino al día por persona... Mas si, por las circunstancias del lugar en que viven, o por el trabajo, o por el calor del verano, se necesita algo más, lo dejamos a la discreción del superior, con tal de que jamás se de lugar a la saciedad o a la embriaguez.
O´Gorman escribe:
"En el año 1904, el médico francés Gautier, miembro de la Academia de Medicina manifestaba que el vino es un alimento precioso siempre que no se sobrepase la dosis de un gr. de alcohol por kg de peso y por día; es decir, tres cuartos de litro de vino para un individuo de 80 kilos. Esta sigue siendo la dosificación aceptada casi unánimemente en la actualidad".
En el apartado del libro de O´Gorman que relaciona deterioro cerebral y consumo de vino se dice que según el informe de un estudio publicado el 26 de enero de 2002 en la revista The Lancet, el cerebro de los bebedores moderados sufre un deterioro significativamente menor que el de los abstemios y también que el de aquellos que consumen más de cuatro bebidas alcohólicas al día.
Otra cita de O´Gorman, yéndonos más atrás en la historia: "En la Edad Media El vino no era una simple bebida sino una de las bases más firmes sobre las que descansaba la alimentación humana. La regla monástica femenina transcrita en el año 976 para ser observada en el monasterio de las santas Nunilo y Alodia, cerca de Nájera, permitían que las mujeres bebiesen la tercera parte de una hemina (...) El vino formaba parte de la dieta alimenticia cotidiana."
La historia está llena de referencias de personajes notables y eruditos alusivas al vino y su consumo, valorando dicha bebida no sólo como alimento sino como elemento capaz de mejorar la experiencia de la vida de las personas, y la propia vida (física) en muchos casos. Unos de los componentes más importantes del vino para contribuir a esa tarea son los polifenoles. Esas sustancias están ampliamente distribuidas por la naturaleza. La mayoría son de origen vegetal. Se encuentran en las frutas y las verduras y abundan en el té verde y el vino. Se han aislado ya varios miles y han sido clasificados en distintos grupos según su estructura molecular y su número de átomos de carbono. Los polifenoles del vino son los responsables principales de sus poderosos efectos contra un gran número de alteraciones. Señala O´Gorman algunos: los ácidos fenólicos (ácido gálico), los ácidos cinámicos (ácido cafeico, ácido ferúlico y ácido p-cumárico), los derivados de tirosina (tirosol), los estilbenos (resveratrol, uno de los más conocidos), los flavonoides (entre ellos las flavonas y las antocianinas), los taninos condensados, y otros. Uno de los poderes más importantes del vino (tinto principalmente) es el de actuar como antioxidante a través de los polifenoles; es decir el de poder destruir los llamados radicales libres.
Pero el vino, antropológicamente hablando, no sólo se reduce a un soporte físico como decíamos al principio. También es una información asociada. Ambos se transforman en imágenes comunicables por quienes fabrican la cultura a partir de las experiencias.
El vino y su experiencia están, pues, estrechamente ligados a los simbolismos.

3.Unas palabras finales.
Como decíamos también al principio, el presente artículo no es más que una muestra de un trabajo mayor por lo que con él queremos llamar la atención sobre las culturas tradicionales locales alrededor del vino; en muchos lugares desaparecidas; en otros a medio desaparecer y en otros, permaneciendo aún vivas. Decir que hay gente que en estos últimos trabaja por conservar esa riqueza heredada de nuestros antepasados. A ese trabajo queremos sumar nuestro estudio.
Las referencias que hemos obtenido de informantes y colaboradores nos dicen que el vino es bueno, que es agradable beberlo, que alimenta y que proporciona bienestar y placer. Algunos nos aseguran que alarga la vida (entre ellos, los más ancianos).
Desde nuestra postura, como conocedores del campo de la salud (desde la antropología, desde la medicina, desde modos de atender necesidades de salud de otras culturas y convenciones terapéuticas), consideramos que nunca se debe generalizar en relación con las trayectorias de bienestar de las personas. Son muchos los factores y circunstancias que intervienen en los hechos vitales (herencia, hábitos y estilo de vida, educación, alimentación, hábitat, etc.). El vino es un elemento más que, interactuando con otros, puede ayudar a la obtención de experiencias de bienestar más perceptibles que otras. Pero la historia de vida de cada cual la escribe cada cual con sus acciones. ¿Cómo interviene el hecho de tomar vino en unos y otros? Creemos que hay que estudiarlo y analizarlo individualmente. Ahora bien, en el tiempo que llevamos haciendo etnografía en ese contexto, cierto es que más del 90% de las referencias de experiencia obtenidas son, digamos, positivas relacionando vino y bienestar. Nuestro deber es contarlo, pudiendo exponer también nuestras vivencias como corresponde a un trabajo antropológico bien hecho.
Si las referencias que tenemos del estudio en un entorno reducido (Cerrato y Le Marche) se juntan con los datos de los estudios científicos que hemos consultado relacionando consumo moderado de vino y salud-bienestar, el resultado es que algunos de los mitos prohibitivos del consumo de vino en determinados problemas y alteraciones (tales como la HTA, por ejemplo) se caen.

Lagar y mostera. Bodega Rodríguez-Vasquez (Villaconancio). Se trata de una bodega tradicional con lagar subterráneo, algo muy habitual en el Cerrato palentino. Ha estado operativa hasta hace 15 años.

Nuestras culturas del vino (caso de El Cerrato y de Le Marche) se iniciaron hace mucho tiempo. El Museo del Cerrato en Baltanás recoge en una parte de sus salas referencias históricas y arqueológicas de recientes descubrimientos e investigaciones en la zona. En esta área hubo poblamiento continuado desde la prehistoria hasta la actualidad. Las tesis convencionales de despoblamiento con la llegada de los musulmanes y repoblamiento posterior por gentes de las montañas y tierras del Norte de la Península, parecen caer también frente a las evidencias de los descubrimientos. Ello no quita que vinieran gentes del Norte promovidas oficialmente por los reyes cristianos para reforzar los asentamientos cristianos frente al avance musulmán o para potenciar el efecto de la llamada Reconquista. Bien, pues los expertos excavadores nos contaron lo que ellos consideraban hechos cotidianos en la vida de aquellas gentes; uno de ellos, el consumo de vino como un elemento fundamental para la supervivencia en tiempos de carestía, sobre todo en los duros inviernos cerrateños. Se han hallado supuestos lagares en los que parece haber restos de almacenamiento de vino o de pisado de uva. Se está a la espera de poder analizar en laboratorio esos restos; pero los arqueólogos consideran que a partir de las poblaciones vacceorromanas de esos lugares, la plantación de viñedos fue un hecho normal que se generalizó por toda la comarca. El magnífico trabajo realizado en la zona espera ver la luz con todos sus detalles.

Viñedos de Basilio Varas ("Basileo", Tempranillo; DO Arlanza); Herrera de Valdecañas.

Nuestros mayores nos han legado una cultura oral alrededor de la vid y el vino que queremos trasmitir a nuestros hijos y nietos. Se han recuperado viñedos y bodegas en los pueblos del Cerrato. Esperemos que esto sólo sea el principio. Mientras tanto, los ayuntamientos locales colaboran organizando ferias de productos alimenticios que permiten a los productores vender y a los consumidores adquirir productos de calidad "in situ".
Al lado de la cultura material están los simbolismos individuales, familiares y locales que como información asociada dan forma, iluminan y explican aquélla. Es necesario preservarlos para que nuestra identidad pueda proyectarse en el tiempo.
El vino, dicen los locales, no sólo beneficia la salud y da placer sino que también colabora a mantener un sector poco explotado aquí y con muchas dificultades para abrirse camino.
Como conclusión más técnica podríamos decir que la experiencia del vino es, como cualquier otra vivencia, algo global integrando en una unidad narrable las interacciones físicas, sociales y culturales. Podemos reparar más-menos en una u otra pero finalmente cuando hablas de "vino vivido" hablas de experiencia comunicable vertida en la cultura social a través del discurso. Todas esas imágenes individuales pasadas a las tradiciones colectivas (locales) incluyen representaciones mentales y lingüísticas de los entornos físicos (viñedo, bodega, lagar), la comunidad y la cultura (simbolismos en relación con todo lo anterior, o nuevos).
Nadie ha referido "experiencias seccionadas". Generalmente hablan de lo que ven, lo que oyen, lo que huelen, lo que gustan (sensorialidad) unido a emociones, ideas, sentimientos, etc.
Y terminamos con palabras de Fernando cuando hicimos el descanso mañanero el día de la vendimia frente a un rico almuerzo regado por el vino de nuestros amigos de Señorío de Valdesneros:
"Hay que beber poco, muchas veces", subrayando: dentro de la moderación.
Un agradecimiento a todos los informantes y colaboradores que participan en este trabajo.
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En el recién celebrado Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos 2012 (Cinve) que se ha celebrado en Valladolid, dos de nuestros informantes del Cerrato palentino: Vitivinícola Ladrero (Torquemada) y Basilio Varas (Herrera de Valdecañas) han sido galardonados con sendas medallas de oro y plata por sus tintos: Señorío de Valdesneros Roble 2009 (Torquemada) y Baseleo tinto roble 2011 (Herrera de Valdecañas). Enhorabuena a ambos.