Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

jueves, 1 de septiembre de 2011

Creencias y tradiciones locales se fusionan en la celebración de la fiesta patronal repercutiendo positivamente en el bienestar y la salud de los participantes (a nivel individual y a nivel colectivo). Apunte antropológico.

(Texto y fotos: A.Aparicio. Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor).


En el mundo actual, algunas tradiciones, ligadas o no a las creencias, están cambiando o desapareciendo. En el corazón de Castilla aún hay pueblos pequeños con muy pocos habitantes. Dichas localidades se llenan en verano con gentes diversas: descendientes de antiguos vecinos, familiares y amigos, visitantes y otros que deciden pasar allí unos días de descanso. Se ha cambiado la estancia vacacional en la costa por la del pueblo. Algunos alternan playa e interior. Y nos preguntamos, ¿Qué ha motivado la mutación de las costumbres en esta área? Nuestra privilegiada ubicación (para acometer este pequeño estudio) nos permite indagar y llegar a ideas que puede orientar la respuesta: La vida en el pueblo es más tranquila e íntima. Son pequeñas distancias que se dominan fácilmente. Te permiten hacer movimientos que no puedes hacer en la ciudad o en la masificada costa. Los horarios los fabrica cada uno. Tienes la posibilidad experimentar un contexto no hecho para el turismo, en contacto directo con las tradiciones locales y comarcales, con la naturaleza y con el hábitat simple de la casa de los abuelos, la arboleda de las afueras y la plaza o el bar. La gente disfruta la vivencia de la "vuelta a los orígenes", aunque sólo sea por unos días: la casa antigua llena de rincones con recuerdos o con muebles viejos, el frescor de las noches en pleno agosto permitiendo dormir a pierna suelta, la ruptura de los horarios cotidianos, la comida en calma, el vino, el pan, el queso, el lechazo, la charla en el bar hasta altas horas de la noche, los paseos por unos alrededores infinitos cargados de luz y color, los encuentros con personas que no veíamos hace  tiempo, los reencuentros anuales con otra gente, etc.
Nací en esta tierra del Cerrato, pero no viví en ella. La descubrí de mayor como tantos otros. Cuando llegué hace veinte años a Villaconancio había ya pocos vecinos (menos de cien). Las casas en general se veían viejas y abandonadas. Los locales viviendo fuera venían en verano. Nuevas gentes llegaron. Poco a poco cada verano se sumaron más, las casas comenzaron a arreglarse, se construyeron otras. El aspecto general cambió. 
Muchas tradiciones naturales han desaparecido. Otras se recrean anualmente. La costumbre como inercia de repetición continúa, pero con soportes humanos provenientes de lugares y comunidades diferentes. La vida local, no obstante, sigue, entrelazada estos días con la de los visitantes. Tal mezcla es la que crea el ambiente especial del verano que llega a su punto culminante los días de la fiesta patronal. Y es alrededor de esos días que vamos a hablar destacando la repercusión dicho contexto experiencial sobre los que en él participan; o mejor, lo viven.


Antropológicamente hablando entendemos el binomio: bienestar-salud como equilibrio relativo a la totalidad de la persona; es decir, abarcando el terreno biofísico, social, psicoafectivo y cultural de ella.
El bienestar y el equilibrio son estados de experiencia comunicables (Aparicio, 2010). 
De nuestras interacciones con el medio (físico, social, cultural) obtenemos vivencias que podemos comunicar. Cuando esas vivencias nos hacen sentir bien, toda nuestra persona se ve alcanzada. No es sólo que las interacciones repercutan positivamente en el cuerpo (por ejemplo, si estamos cansados en un lugar repleto de gente y alguien nos ofrece un asiento); la conciencia de lo vivido y experimentado tiene también su repercusión: hacia adentro (de nosotros) y hacia afuera (al entorno inmediato, humano o físico). 
Las experiencias, por ellas mismas, por el hecho de ser vividas y concienciadas ejercen una primera acción (llamemos psiconerviosa) en nuestros órganos y funciones; y, de manera secundaria, generan, o pueden generar, acciones e iniciativas dirigidas hacia nosotros y/o hacia lo que nos rodea (personas, otros). Cuando todo ese conjunto de acciones parte de la experiencia del bienestar su repercusión es, generalmente, beneficiosa (sonreímos a los que tenemos alrededor, nos animamos a conversar, participamos en acciones e iniciativas constructivas. respiramos satisfactoriamente, o mejor) y tal beneficio se traduce por lo que entendemos como disfrute. Algunos señalan que les molestan menos sus "males" y que aumentan sus capacidades para hacer cosas. Podríamos decir que se lanzan al "ruedo" impulsados por fuerzas eufóricas que les hacen aflojar el freno de la prudencia (o del miedo). Sobre el terreno constatamos que esas acciones (un poco "alocadas", para ciertos informantes) no tuvieron consecuencias negativas a corto y medio plazo en quienes observamos.
Para Bruce H. Lipton (2010) no hay duda de que creencias y pensamientos pueden ejercer  influencias muy importantes sobre lo biológico. Dicho autor señala que el miedo mata (Lipton, 2010-204) y que la ansiedad que provocan los exámenes paraliza a los alumnos que con manos temblorosas marcan las respuestas equivocadas porque, a causa del pánico, no pueden acceder a la información almacenada en el cerebro, que tan cuidadosamente han ido adquiriendo durante el semestre (Lipton, 2010-205). Subraya que los pensamientos constructivos y positivos pueden ejercer efectos beneficiosos e incluso muy beneficiosos en el organismo.
Las creencias, en algunas personas, suponen una inyección de euforia el día del Santo Patrón, o Santa Patrona. Dicha euforia se intercambia dentro del contexto festivo (no sólo en la celebración de los actos religiosos sino también en la calle, en casa o en el bar) y debido a ello y a otras cosas, las experiencias de interacción resultan bastante diferentes a las habituales. 
Creencias y costumbres se fusionan alrededor de la celebración anual que como eje comunitario impulsa las relaciones sociales (locales con locales, locales con visitantes, visitantes con visitantes).
El pequeño pueblo brilla bajo el sol de agosto y, tanto lo observado directamente como lo referido por personas concretas nos habla de bienestar individual y colectivo en niveles más altos de los habituales.
Si lo que creemos o pensamos, según Bruce H. Lipton (2010) influye directamente no sólo sobre nuestra biología sino sobre nuestra persona al completo, la creación de escenarios de interacciones especiales (festivas, lúdicas, relajantes) podría ser un buen medio (planificado y organizado) para subir el nivel de bienestar de las personas (a nivel físico, psicológico y social).
"Recetar" pasárselo bien debería ser, según la mayoría de mis interlocutores locales un consejo fundamental en cualquier tratamiento o iniciativa terapéutica además de lo aconsejado específicamente desde la óptica del profesional.
En el trabajo de campo el antropólogo busca los relatos de experiencia, obteniendo además informaciones importantes provenientes de sus interacciones con el contexto estudiado.
En este apunte de la influencia de la celebración patronal en el bienestar no pretendemos aportar informaciones cuantitativas de la relación: vivencias festivas-salud. Nuestra idea es poner de manifiesto no sólo la existencia de una clara diferencia de actitudes entre los días normales y los festivos en la pequeña comunidad castellana que estudiamos, también resaltamos el hecho constatado de que las interacciones locales aportan un mayor nivel de bienestar los días festivos. Dicho nivel de bienestar se apreció tanto en terreno físico-biológico como en el psicosocial de las personas que quisieron compartir sus experiencias con nosotros y en general, al menos a la vista, del colectivo local.
En el libro: "Cultura tradicional de salud y etnomedicina en Mesoamérica" (Aparicio, 2009) relato lo observado y vivido en algunas poblaciones de Oaxaca también dentro del contexto de la celebración patronal. Nos separan miles de kilómetros de aquellas tierras. Sin embargo, ambos "espíritus" comunitarios festivos se parecen, y no sólo por lo que quede de la influencia cultural y religiosa española de otro tiempo en las sociedades mestizas de América sino por la naturaleza reequilibradora de la "fiesta" en sí, opinamos.
Es posible que Bruce H. Lipton tenga razón. Ni afirmamos ni negamos. Consideramos que su discurso proviene de una formación sólida y de una experiencia prolongada por lo que valoramos sus palabras. Sin llegar a ser paradigmáticos, creemos que en la resolución de los males y enfermedades tiene mucho que ver la persona particularmente: sus creencias, su actitud, sus apoyos, sus preferencias por un sistema terapéutico u otro, su confianza en los profesionales, la percepción del apoyo de los suyos, etc. No son sólo los medicamentos y los medios terapéuticos profesionales y técnicos los que curan o ayudan a curar. A veces, no lo hacen pese a estar bien indicados. Y ya cuando se juntan varias personas, formamos un ser comunitario que influye en sí mismo y en sus elementos. En la fiesta local del pueblecito que estudiamos apreciamos el "baño" sensorial y comunitario en el que todos estuvimos inmersos: los sonidos (valorados por todos) y la música de los instrumentos tradicionales (dulzaina y tamboril), el murmullo, el bullicio, el tradicional canto de la Salve a la Virgen de Revilla, las luces y los colores del ambiente y de las ropas de fiesta de la gente, el brillo de las sonrisas, las emociones positivas a flor de piel, los bailes espontáneos de jotas castellanas a lo largo de la procesión, los perfumes, los olores del ambiente veraniego; los sabores de los alimentos festivos, el vino; las sensaciones táctiles múltiples: en el bar, en la iglesia, en la calle, al estrechar tantas manos, etc., etc.
Ese "baño" sensorial, influido por los pensamientos, las creencias y previos psicoemocionales de cada uno dio sus frutos, positivos en esta ocasión según la valoración de nuestros colaboradores y según lo que nosotros hemos podido observar año tras año no sólo en dicha fiesta sino en las de otros pueblos próximos.


Pero, reflexionemos un poco más sobre el tema del artículo. Expusimos arriba que las experiencias (hechos vividos) tienen sus repercusiones nerviosas. El cableado nervioso lleva al cerebro las informaciones recogidas por los órganos de los sentidos. La red nerviosa es el "medio de diálogo" entre el cerebro y las estructuras corporales. A través de dicho canal las informaciones van y vienen. La compleja maquinaria nerviosa interactúa constantemente con el cuerpo. Como antropólogos valoramos las distintas explicaciones que desde culturas y sociedades diferentes se dan sobre lo que es el ser humano, de qué se compone y cómo interactúa con su entorno. Valoramos la explicación dada por la ciencia, que atiende a una manera concreta de ver el cuerpo y la persona (material). Valoramos también explicaciones dadas desde culturas diferentes a la occidental, como por ejemplo las tradiciones asiáticas cuya visión del ser humano abarca desde lo físico y biológico hasta niveles difíciles de traducir y calificar con nuestras palabras pero que podríamos englobar en el apartado denominado "Bioenergética". El punto de vista biologista explica al ser humano como una estructura compleja formada por estructuras más pequeñas interrelacionadas y por un llamémosle "software" genético que rige (relativamente para algunos) el funcionamiento de toda esa maquinaria. El punto de vista chino tradicional, por ejemplo, explica al ser humano como "Qi" (difícil de traducir pero aproximado al quantum de la física que estudia las partículas subatómicas) en el que el cuerpo vendría a ser una expresión más burda (condensada, material) de esa substancia básica universal (Qi). Lo que llamamos mente en la cultura occidental, es visto como "Shen" en la medicina tradicional china, referido al conjunto de todas las actividades mentales. Sería una forma o manifestación más sutil del Qi básico. Pero en definitiva, cuerpo y mente serían lo mismo; es decir, Qi.
Otras sociedades y culturas del planeta también tienen sus explicaciones de lo que somos, de qué estamos hechos y cómo funcionamos (si queremos plantear nuestro ser de esa forma). La antropología médica estudia y valora todos esos puntos de vista sin establecer gradaciones alrededor de un tipo-modelo de conocimiento y progreso (por ejemplo, el biologista occidental). Así, considera las culturas de los pueblos como marcos que definen sus identidades; por lo tanto, algo a respetar y conservar.
Volviendo a lo de antes y admitiendo desde el punto de vista antropológico explicaciones del cuerpo y de la persona centradas en las tradiciones, valoramos las dadas por las gentes locales alrededor de sus fiestas patronales.
La creencia en el poder de interacción con el Santo o la Virgen actúa según ellos en niveles no físicos de la persona descendiendo al terreno biológico y creando estados de bienestar e incluso cura de alteraciones diversas. Hemos dicho que no vamos a analizar dichos hechos desde ningún modelo cultural (ni el biologista, ni los tradicionales ni los naturales). La antropología médica aplicada no sólo tiene en cuenta lo que desde esas posiciones se dice de la salud y la enfermedad; también tiene en cuenta, y muy especialmente, la comunicación experiencial del informante, el verdadero protagonista, el único capaz de dar explicación a lo que vive. No olvidemos los consejos de C. Geertz (2002) señalando que nadie puede explicar una cultura mejor que los hacedores de la misma. Sentirse bien o sentirse mal son hechos de experiencia vividos y expresados dentro de coordenadas culturales. El trabajo en antropología aplicada a la salud obliga a escuchar detenidamente esos relatos vivenciales que son la clave en el acercamiento comprensivo profesional así como en la elección de un plan de corrección y ayuda. Valoramos, pues, las explicaciones vivenciales dadas por las personas que creen en sus santos y que nos trasladan hechos de mejoría en problemas importantes de salud y otras cosas. El antropólogo trabajando en salud considera la importancia de la comunicación de la experiencia basada en la creencia. Paralelamente, valoramos las vivencias tradicionales y festivas apreciando no sólo la beneficiosa influencia nerviosa sobre el cuerpo sino también la existencia de aspectos imposibles de medir y que tal vez provengan de influencias informativas de nuestro "software" sobre la red nerviosa y el tejido celular.
Finalmente, si acudimos al físico David Bohm (2007) y a otros físicos cuánticos podríamos concluir diciendo que además de lo que consideramos materia y/o energía está algo que nos define y que se mueve permanentemente entre nosotros y lo que nos rodea; se llama información. Tal vez la clave de muchos interrogantes actuales en los límites de lo que consideramos que somos, esté ahí: en un estudio más amplio y profundo de vernos como información que se mueve. La antropología se halla próxima a esos campos conceptuales. Decimos que el mundo es el que ideamos y comunicamos, un mundo que se construye y desconstruye permanentemente en las imágenes mentales, en las representaciones lingüísticas y en los discursos.


Las vivencias festivas proporcionan relatos calificados por nosotros de positivos, no sólo por lo que se cuenta o cómo se cuenta sino por lo que como observadores constatamos experiencialmente en quienes los cuentan.

Bibliografía:

Aparicio, A. J. 
2009. Cultura tradicional de salud y etnomedicina en Mesoamérica. Trafford. Alberta (Canadá).
2010. Práctica educativa y salud docente. Un estudio desde la antropología médica. Istas-CCOO. Madrid.
Bohm, D. 2008. La totalidad y el orden implicado. Kairós. Barcelona.
Geertz, C. 2002. La interpretación de las culturas. Gedisa. Barcelona.
Lipton, B.H. 2007. La biología de la creencia. La esfera de los libros. Madrid.